451°F (232.78 °C) es la temperatura a la que arde el papel. Una temperatura muy fácil de alcanzar si, como en la novela Fahrenheit 451, los bomberos no se dedican a apagar fuegos, sino a provocarlos para acabar con todos los libros existentes. En aquella hipotética sociedad los dirigentes creen que la lectura sólo provoca la infelicidad de las personas, ya que las obliga (y ayuda) a pensar, a cuestionarse a sí mismas a tener una actitud crítica e incómoda para aquellos que las gobiernan y que solo quieren masas y no personas.
Por fortuna, en esa sociedad, como en esta, aún quedan quienes se resisten: Nosotros, las Personas Libro, quienes custodiamos en nuestra memoria fragmentos u obras completas que transmitimos a nuestros descendientes para que no se pierda el acervo literario de la Humanidad.